jueves, 10 de febrero de 2011

Esperandote

Yo de verdad que creía que no volvería a sucederme. Es decir, ya no tengo 15 años y esto de parecer adolescente precoz, nerviosa por la llegada del que bien podría ser el amor de su vida, ya no me viene bien.
Son las 8:34 am y puede decirse que llevo una hora al pendiente de la aparición de ese ser que, para que negarlo, me ha venido quitando el hambre y el sueño los últimos meses de mi vida. Es un poco pronto, es cierto, pero bueno, que nadie me ha dado a escoger.
Seguramente, ahora vendrá a su mente la misma pregunta de todo el que nos ve: ¿será su novio? Siento decirles que esa respuesta no la tengo. Quizá para algunos, como para mi buena amiga, somos más novios que muchos de los que lo son de título y forma, pero quizá para otros no somos más que un par de jóvenes locos y modernos que pasan juntos un rato de sus vidas.
Como sea, no me importa mucho, por lo menos no hasta ahora. Tengo que reconocer que con el paso de los días, la situación se vuelve más complicada por no saber qué somos y cuáles son los límites entre lo que podemos pedir, exigir, dar o esperar y lo que no. ¿Qué si lo quiero? Por supuesto que sí, no lo dudo ni por tantito, sin embargo al final ha resultado que las relaciones abiertas si son para puros valientes y absolutamente desinteresados. Justo esta premisa me llevó a hacer la confesión más extraordinaria e inesperada que ha salido de mi boca: no soy tan open mind. Sí, así como está escrito, quizá lo fui antes pero parece que ya no. Hecho que me asusta, para ser sincera, porque eso significa una de dos: o que me estoy volviendo un adulto serio o que lo quiero bastantito. Por dónde lo vean, el resultado es que yo ya estoy jodida, y jodida en el buen sentido porque sea lo que sea, estar con él, me hace profundamente feliz.
Y bueno, ahora son las 8:46, de sus luces, nada. Todo ha sido un terrible y desafortunado problema de comunicación, pues andando él sin teléfono celular, me ha pedido anoche, vía twitter, mi número y que lo acompañe a no sé dónde… me lo ha pedido cuando ya me he dormido y lo único que he podido hacer es responderle hasta hoy a las 5 de la mañana con la esperanza de que lo viera. Parece que no ha sido así porque él hubiera estado por acá desde 7 y media. Es exactamente, y para que quede perfectamente bien entendido, uno de esos momentos en que lo único que pasa por mi mente es: ¡Me lleva la chingada, ¿por qué coño me quedé dormida?!
Ni modo, a esperar una semana más en que pueda volver a verlo, una semana más en el mejor de los casos, y si no, pues que la vida nos sorprenda. Ojalá no sea tan manchada la vida porque así como ahora espero desde hace una hora y media, voy a esperar el tiempo que sea necesario para volver a ver esos ojos que me hacen sentir que no necesito nada más.

Grecia Barrera

No hay comentarios:

Publicar un comentario